Alberto Carmona (Málaga, 2004) es al rugby lo que Javier Mascherano al fútbol. El jovencísimo zaguero malagueño, que tan buenas sensaciones dejó el pasado sábado en su estreno con el XV del León ante los Barbarians, en Gijón, comparte con el ex internacional argentino del Barça la curiosa y rara circunstancia de haberse calzado la elástica de la selección absoluta de su país antes de debutar con el primer equipo de su club. River Plate en el caso del ‘Jefecito’, el CR Málaga en el de nuestro protagonista. De hecho, la anomalía del tres cuartos andaluz se multiplica por dos, puesto que hace un año también se enfundó la camisola de los Leones7s, nada menos que en las HSBC World Rugby Sevens Series de Vancouver.
“No sé qué pasó con Mascherano, pero en mi caso hasta la temporada que viene no podía jugar en Liga con los séniors en XV por normativa. Sólo se te permite hacerlo a la siguiente de haber cumplido 18 años, y yo los hice en mayo. Sin embargo, esa regla no te impide jugar con las selecciones grandes. Creo que tanto con el XV como con el 7s he tenido la fortuna de que me convocaran. Es estar en el momento justo en el sitio indicado, venir a esta concentración y que eso haya derivado en poder jugar contra Barbarians. Igual me pasó con las Series”, resuelve a explicar sin alharacas este mocetón cercano al metro noventa y la mayoría de edad recién estrenada, sumergido todavía en la burbuja emocional de haber cumplimentado el sueño dorado de un niño que aprendió a hacer un offload antes que a caminar.
Porque Alberto, en otra de sus benditas rarezas, fue cocinero antes que fraile en esto del oval. Culpa de Vicente, su progenitor y, a la sazón, entrenador de la criatura las tres últimas temporadas, que con ocho añitos le llevaba hasta Madrid para ver los partidos de la Selección española en el Central, donde siempre le tenían reservado un rol de vital importancia para el desarrollo del juego. “Me daban un peto de recogepelotas y cada vez que Bradley Linklater pedía tirar a palos yo entraba al césped a darle el tee. El partido lo veía sentado en el banquillo, junto a Sevi, el manager, y el resto del staff. Fueron vivencias inolvidables que dejaron huella en mí y alimentado un sueño que he podido cumplir en Gijón”.
Su timidez le impidió socializar más de lo que hubiera deseado en el tercer tiempo con el zaguero neozelandés, uno de sus grandes referentes, “por posición en el campo y por patear. Solía ver sus partidos. Me parecía muy bueno, y buena persona”, aunque de aquella época guarda como oro en paño fotos y algún que otro autógrafo de los Leones. “Tengo varias con Jaime Nava, que era el capitán y con el que más interactuaba, aunque tampoco mucho porque, como digo, era bastante tímido, más con esa edad. Pero son momentos que se te quedan grabados para siempre”.
Confiesa el tres cuartos costasoleño que gozar de sus primeros minutos con el combinado nacional absoluto en un duelo de semejante calibre fue una agradable sorpresa, a la par que completamente inesperada. “Entrar en la convocatoria fue una alegría enorme, pero en mi cabeza no se me pasaba en absoluto que fuera a jugar porque se trataba de un partido muy importante. Estaba mentalizado para aprovechar al máximo la experiencia, aprender de los grandes jugadores que hay en la Selección y ayudarles con mi esfuerzo a llegar en las mejores condiciones contra Barbarians. Al final se dio la posibilidad de jugar. Aún no me lo creo. He tenido mucha suerte”, insiste.
La que quizás le faltó el pasado enero cuando se quedó a las puertas de entrar en el selecto grupo de Leones7s que disputó las Series Mundiales de Málaga y Sevilla. “Estuve encantado de acompañar al equipo de seven en la concentración para esas dos citas históricas, pero tenía claro para lo que estaba allí. Jugar o no depende del técnico, y éste toma sus decisiones pensando en lo mejor para el equipo. Yo, por mi parte, lo que tengo que hacer es seguir esforzándome y entrenar duro para que se repita esa llamada, como ha sucedido ahora con el XV del León, con el que he podido cumplir otro sueño que tenía en mi lista, como pasó con las Series. Dos casillas tachadas”.
De la noche de autos en El Molinón, Alberto rescata, por encima de todo, “la cercanía que tiene la Selección con la gente que va a los partidos, el poder conversar con los jugadores tranquilamente al final, o sacarse fotos, firmar autógrafos… Yo me sentí muy bien acogido por el público en mi debut. Lo sentí muy cercano, como si jugara con mi club. Es algo que me quedará grabado para siempre”, afirma.
La palabra disfrutar fue la que más escuchó la joven perla malagueña en los instantes previos a su puesta de largo con el equipo nacional. “Todo el staff técnico y mis compañeros más veteranos, al igual que Sevi, el manager, me dijeron que estuviese tranquilo y que jugara como siempre hago, que disfrutase y aprovechase la oportunidad. Así que me centré en eso, en disfrutar y aprender, que es lo que me dice siempre mi familia”.
Y vaya si lo hizo. Sus minutos sobre el verde coincidieron con los mejores momentos de España ante un rival de una enorme exigencia, tanto física como técnica. Carmona destiló sobriedad y atrevimiento en sus participaciones desde el fondo de la línea, aunque el protagonista confiesa que la procesión iba por dentro. “Eso fue lo que se vio por fuera, pero por dentro estaba bastante cagado (risas). Pero una vez tienes el balón en las manos, esos nervios se empiezan a disipar y te pones a hacer lo que sabes, te vas relajando. Por suerte, varias acciones me salieron medio bien, aunque tuve fallos”.
Los Barbarians dieron fe sobre el césped de la fama que venían precedida. Alberto aún alucina con la experiencia de enfrentarse a tanta estrella consagrada en el deporte del oval. “Son todos súper profesionales, demostraron ser los mejores en lo suyo: en tamaño, en juego y en respeto al rival. Es algo que te cuentan y que ves en la televisión, pero en el campo impacta mucho la fuerza que tienen, las cosas que hacen, y tomas nota. Intentas aprender de ellos”.
Justo de eso se trata principalmente cuando tienes la oportunidad de hacer un máster de tres semanas entrenando y jugando con la élite del rugby patrio y mundial. “Tienes que venir en plan esponja, intentando siempre aprender de todo lo que se te presenta. Tener los ojos y las orejas bien abiertas, aprovecharte de lo que te transmiten los compañeros, de lo que hace el rival, para luego intentar llevarlo a cabo”.
Carmona sólo tiene palabras de agradecimiento para el elenco de jugadores que dirige Santi Santos por la acogida que le han dispensado, tanto a él como al resto de novatos que entraron en la lista del preparador madrileño. “Me ha sorprendido, y recalco mucho, el compañerismo de todos los jugadores. El apoyo de los más veteranos, la gente con más rugby a la espalda, que te aconsejan y te apoyan a muerte porque eres parte del equipo y si tú mejoras, el equipo también lo hace. Y por supuesto lo recibes en términos positivos porque sus consignas te van a ayudar a crecer como jugador en el futuro”.
Hablando del mañana, el polivalente tres cuartos andaluz, “creo que esa es la mejor definición de qué tipo de jugador soy, ya que me siento igual de cómodo actuando de zaguero, de centro o de apertura. Eso sí, siempre con humildad y esfuerzo”, ya sabe que no podrá cumplir otro de sus sueños deportivos: debutar con el primer equipo del club de su vida. Al menos de momento. “No me quedo en Málaga, eso es seguro. En breve se sabrá a dónde voy“, concluye.