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XV del León: Manu Mora pide una fiesta Mundial ante Portugal por su ‘cumple’

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A Manuel Mora (Santander, 1985) le sienta de maravilla eso de cumplir años. El segunda línea cántabro del XV del León celebra hoy sus 37 primaveras presumiendo de un físico imponente y unas ganas de comerse el mundo que ningún DNI se atrevería a discutir. La delantera portuguesa al completo ya sabe lo que le aguarda este domingo en el Central cuando este Leónidas contemporáneo active sus graníticos brazos para impulsar a la melé, limpiar un ruck, o darle ritmo de ensayo a esa touche maul que el equipo nacional español ejecuta a la perfección hasta con los ojos cerrados. 

Manu ha sido un ‘echado palante’ toda su vida y, claro está, no se iba a cortar un pelo a la hora de pedir un deseo en un día tan señalado como el de su aniversario. “¡Pues qué voy a querer! Ganar este domingo con punto bonus a Portugal, que World Rugby nos trate bien y desear también el mal a Rumanía para que esté la ansiada clasificación al Mundial matemáticamente conseguida. A ver si se puede cumplir. Vamos a trabajar para ello”, comenta en tono socarrón el veterano delantero internacional en 32 ocasiones.

Su vida hasta la fecha ha sido un caleidoscopio inagotable de experiencias en donde se entremezclan, sin solución de continuidad, el deporte (fútbol, remo y rugby) y los trabajos más variopintos (ha ejercido de fontanero, albañil, repartidor, portero de discoteca…), con la filosofía del carpe diem como centro de gravedad permanente. “Es que soy un culo inquieto. Siempre digo que soy muy tranquilo, pero en mi familia dicen todo lo contrario. Así que posiblemente sea por eso. La verdad es que cuando veo que una cosa me gusta, pues me meto y la hago hasta que me harto. Ahora, por ejemplo, le estoy dando al pádel. Llevo como un año y no juego a diario porque no puedo, pero sí que le meto tres partidos a la semana. Cuando hay algo que me gusta, lo hago hasta que deja de gustarme o encuentro otra motivación que me llena más”, reconoce.  

Fotografía: Walter Degirolmo

De su larga lista de experiencias vitales, seguramente el rugby sea la única a la que ha concedido una segunda oportunidad. Y es que a su romance actual con el deporte de la oval, en el que aterrizó con 24 castañas, antecedió un primer capítulo abrupto muchos años antes de que se volviera a cruzar en su camino después de dar carpetazo al remo, en el que llegó a competir de manera profesional con las traineras de la Sociedad Deportiva Astillero.

“El mismo amiguete que me lió de mayor, me animó a probarlo con 11 años. Fui un par de sábados y me llevé un golpe en la nariz, así que mi madre no me dejó volver. Entonces regresé al fútbol. Luego pasé de él también y estuve unos años sin hacer deporte hasta que me enganché al remo. Lo dejé con 23, porque es muy sacrificado y mentalmente exploté. Por entonces vivía ya de ello, pero acabé quemado. Se me quitaron las ganas, la motivación. Cuando algo no te motiva, hay que buscarla en otro sitio“, explica. 

Sea como fuere, Manu le sigue sacando jugo sobre el verde a su quinquenio como profesional de las traineras. “En remo aprendí a sufrir. En todas las regatas tienes que dar el 100% físico. Otros deportes tienen un componente de pensar, en cambio el remo es puro motor, de dar siempre el 100%. Eso me ayuda mucho en el rugby porque cuando tu cuerpo no puede más, tu mente está capacitada para seguir trabajando y decirte que sí que puedes”.    

Agazapado aguardando su momento, el rugby le abrió una nueva ventana, a la que se aferró con fuerza. Y no sólo por la práctica deportiva puramente dicha. “Me decidí a probar con el Independiente Rugby Club, en Primera Regional, después de que me dieran mucho la tabarra, y me gustó. Me hicieron la ficha y jugué mi primer partido. Cuando vi lo del Tercer Tiempo, pensé, qué bueno que es esto, ¿no? No voy a negar que me gusta divertirme, como a todos. Así que entre una cosa y la otra, me terminé enganchando”.  

Su fortaleza física y mental, y ese no dar un paso atrás ni para tomar impulso, le llevaron desde “el barro, como digo yo”, hasta el XV del León en apenas cinco años. Una aventura que acaba de entrar en su octavo ejercicio, con el caramelo de poder acudir al Mundial de Francia más al alcance de la mano que nunca. Una posibilidad, hoy real, que a Manu no le sorprende. “Desde que empezamos el clasificatorio el año pasado he creído que se podía lograr. Nunca he tenido dudas de este grupo y de esta Selección, pese a esos primeros resultados adversos. Tenemos jugadores de mucho nivel. Y cuando jugamos al rugby, lo hacemos de maravilla. Manejamos muy bien todas las facetas del juego. Ahora en la melé soportamos a todos los equipos, en la touche-maul estamos dando casi siempre un buen recital de ensayos… Y los tres cuartos son muy versátiles y tienen mucha velocidad. Ya digo, siempre he pensado que podemos conseguirlo”.   

Tras abatir a Países Bajos, Rusia y Rumanía de forma consecutiva en este Rugby Europe Championship 2022, el cuarto peldaño de la cruzada mundialista se llama Portugal. Un enemigo de cuidado al que hay que afrontar sin desviarse un ápice del libreto diseñado desde el primer día por Santi Santos y su staff técnico. “Tenemos que seguir confiando en nuestro sistema de juego, que cuando lo hacemos, funciona y funciona bien. Ahí están los resultados. Ellos son muy peligrosos en contraataque y en todo lo que son balones perdidos, que recuperan y juegan a mucha velocidad. Entonces se trata de no darles esos balones, de tener nosotros más posesión. Y siempre que salgamos de nuestro campo, intentar ir a touche, que ahí sabemos que tenemos una buen baza. En suma, no darles balones fáciles y hacer nuestro sistema”, visualiza el Manu Mora en su versión de futuro entrenador.     

La notable puesta en escena del equipo ante los Robles hace un par de domingos ha disparado la adrenalina de un grupo que, sin embargo, es consciente de que siempre hay detalles que limar con vistas al siguiente duelo. “Ganamos bien, es cierto, pero hubo muchos fallos (risas). Había jugadas predeterminadas que no salieron por errores de alguien específico. Todas esas pequeñas cosas, que igual no se ven de cara a la galería, hay que tratar de corregirlas. Son pequeños detalles que al final, en el global, te dan un plus a nivel colectivo. Creo que es ahí donde se puede mejorar para el partido con Portugal“, confiesa.   

Donde probablemente no le veremos frente al XV lusitano es dirigiendo la touche, como sucedió ante Rumanía. Una experiencia que, si bien no era novedosa para Manu, resultó ser de alguna manera una consecuencia de ese descaro y atrevimiento que han marcado la montaña rusa de vivencias que ha acumulado en estos 37 años. “Estuvo bien. Lo había hecho sobre todo en el club en el que empecé, en Independiente. Aquí no, y en Francia tampoco por el idioma. Tuvimos la desgracia de que se cayó el capitán de la touche (Lucas Guillaume). Era un desafío y como a mí me encantan y había que hacerlo, pues dije ‘venga, lo hago yo’. ¡Alguien lo tiene que hacer mal! Así que si sale bien… (risas). Como yo me sé las jugadas, pues nada: ¡Palante! La verdad es que a mí me va la marcha”, sostiene con su deje pasiego.  

Fotografía: Walter Degirolmo

Con ese mismo espíritu inquebrantable de lancero espartano, el delantero del Rugby Olympique Agathois (Federale 2 francesa) se conjura para desafiar por enésima vez este domingo al pasaporte y tratar de cerrar el círculo al proyecto más duradero y, probablemente, el más inesperado de su existencia. “Ir a jugar el Mundial a Francia sería para mí poner la guinda al pastel. Y después de eso, retirarme. Sería maravilloso. Imagínate, llegar con 24 años a jugar a un deporte y alcanzar la cumbre con tu país. Y encima poder disputar el torneo más importante… ¿Quién no lo firma ahora?”. Imposible decirle que no.