«En ese campus te hacen ver cómo es la vida de un deportista profesional, te enseñan que los momentos buenos son inolvidables, pero también que tienes que llevar las lesiones lo mejor que puedas. Tanto lo uno como lo otro no lo olvidas. Y creo que hacen muy bien en explicarlo porque al final no todo es de color de rosas cuando llegas arriba». María Calvo, Ingrid Algar, Marta Cantabrana, Zahía Pérez, Cristina López, Iciar Pozo, Lide Erbina, Carmen Castellucci, Clara Piquero, Léa Ducher, Claudia Peña y Aleuzenev Cid comparten un vínculo que aportó su granito de arena para que esta docena de actuales integrantes tanto de las Leonas XV como del combinado de Seven pegaran el salto a la élite del rugby nacional y, en algunos casos, como los de Castellucci y Piquero, estén desarrollando sus carreras allende los Pirineos.
El Campus de Alto Rendimiento, que la Academia Nacional de la Federación Española de Rugby (FER) organiza en los albores de cada verano, desde 2015, con el objetivo de potenciar a todos los niveles el desarrollo de talentos noveles con una notable proyección de futuro, fue el primer contacto real que estas flamantes campeonas de Europa y, muchas de ellas, con no pocas horas de vuelo en las HSBC World Rugby Seven Series, tuvieron con términos como sacrificio, dedicación, actitud, intensidad, ambición o esfuerzo, al tiempo que compartían con otras compañeras los valores intrínsecos del deporte de la oval y la cultura de juego de las Leonas en un entorno de exigencia máxima.
En definitiva, una especie de master express de iniciación a la elite en el que las 36 promesas seleccionadas en cada edición por los técnicos de la FER descubren de qué va esa hoja de ruta que, de aceptarla y seguirla sin tomar atajos, les permitirá alcanzar la excelencia deportiva. «Sin duda que lo es, sobre todo por el nivel de exigencia. Entrenaba mañana y tarde con gente de tu edad. Eso también era una novedad porque no en todas las ciudades o pueblos hay tantas chicas jóvenes de nivel que hacen lo mismo que tú. Fue una buena toma de contacto con lo que viene a ser una concentración como las que hacemos ahora», rememora María Calvo, flanker internacional del Complutense Cisneros que participó en el campus de 2016, con 17 años.
«Es el primer contacto que tienes con la élite y con las Leonas. Hay entrenadores de la FER que te van viendo y te van diciendo lo que buscan y lo quieren de ti, mientras te van enseñando. Fue un gran aprendizaje, sobre todo en mi primer campus, que me dio la posibilidad de ver cómo van haciendo las cosas en los niveles más altos y de saber lo que quieren de ti para que puedas llegar a ser Leona». La explicación corre a cargo de la centro mallorquina Zahía Pérez (19 años), veterana de los tres últimos campus y que en apenas un año ha dado el salto a la Liga Iberdrola, de la mano del Cisneros, y a los equipos nacionales de Seven y XV.
Participante del evento que tuvo lugar en 2016, Ingrid Algar, compañera de María y Zahía en la escuadra Azul-Azul, guarda excelentes recuerdos de aquellas jornadas. «Fueron días intensos y muy divertidos. Lo que más me gustó fue conocer a otras chicas, la manera en cómo han vivido el deporte, y luego compartir con ellas esos momentos fuera del entorno del rugby. Como experiencia estuvo genial».
Marta Cantabrana (20 años) alucinó sobre todo con el nivel de exigencia que se encontró en los entrenamientos. «Se nota mucho la diferencia porque estás acostumbrada a entrenar dos o tres días a la semana con tu club, y de repente pasas a trabajar mañana y tarde durante cuatro días, sin parar. Encima, el tiempo de descanso eran reuniones, charlas que te daban de nutrición, de motivación… Al final estabas siempre con el rugby en la cabeza, totalmente metida en el entorno. Nada que ver con tu vida normal», afirma la centro-ala riojana del CR Majadahonda.
Pese a lo exigente de las sesiones, Zahía valora de forma muy positiva el hecho de que el trabajo diseñado por los técnicos de la FER para aquellos días tuviese un punto de conexión con lo que venía realizando en su Mallorca natal. «A nivel técnico y táctico te introducía poco a poco en el sistema de juego de la selección española, por así decirlo, pero en lo que se refiere al rugby, se parecía bastante a lo que hacía en el CAR en el que yo estaba. Se seguía, de hecho, la misma línea de trabajo, lo cual está muy bien porque todo el trabajo va enfocado en una misma dirección a todos los niveles».
La visita al campus de algunas Leonas para compartir una jornada con las novatas es de esos instantes que han quedado grabados a sangre y fuego en el disco duro de las jóvenes internacionales. «Que vengan algunas de tus referentes a hacer contigo talleres, a enseñarte por dónde han pasado, te hace una ilusión tremenda siendo tan joven. En ese instante te entran unas ganas tremendas de llegar hasta donde están ellas», cuenta la vallisoletana Cristina López (21 años), zaguero del CR Majadahonda que disfrutó de la experiencia dos años seguidos (2016 y 2017).
Marta, su compañera de club, va un paso más allá. «Es alucinante. Que te estén corrigiendo, diciéndote lo que has hecho bien o mal, ese estímulo es algo que te marca mucho. Que una jugadora a la que tú llevas siguiendo mogollón de tiempo te diga que has hecho un ejercicio bien, te hace sentir que igual sí que vales para esto. Recuerdo que Eli Martínez vino a darnos una charla sobre una lesión que tuvo. Estuvo muy bien porque te ayuda a saber que esas jugadoras también pasan por momentos duros, y que a veces necesitas ayuda y apoyarte en tus compañeras para superar un problema».
A Zahía aún le cuesta creer que varias de esas jugadoras que conoció en los talleres del campus y a las que idolatraba, sean hoy compañeras de vestuario tanto en su club como en la Selección. «Era algo super guay. Nos hacíamos fotos con ellas, hacíamos un entreno especial… Vino María Rivera, Teresa Bueso, Marina Bravo, Patricia García… Con Patri, de hecho, tengo un montón de fotos de cuando era pequeña, pequeña. Lo hemos recordado en la concentración del Europeo, y se acordaba perfectamente. Pasamos un buen rato recordando aquel día que compartimos».
El paso por el campus dejó a cada una de las futuras Leonas una impronta que acabó calando hondo en su devenir deportivo. “Yo descubrí que el hecho de entrenar mañana y tarde me gusta mucho. Era la primera vez que lo hacía. Me encanta ese ambiente de hacer doble sesión, tener el rugby en tu vida todos los días. Juntarte además con muchísima gente que no conoces del mundillo, ver que no soy la única loca que quiere entrenar todo el rato. Eso mola mucho, y haces buenas migas con mucha gente”, confiesa Cris López.
«La principal lección que me dejó es que había que seguir trabajando. Que por muy buena que seas o no tanto, el trabajo es lo que te va a llevar al éxito», apunta María Calvo. «Yo añadiría el tema del sacrificio. Eso te lo explican desde el primer momento. Aunque entonces no te lo parezca, luego sí que vas a tener que ir tomando decisiones y dejar de lado pequeñas cosas si quieres seguir creciendo como jugadora», comenta Marta Cantabrana.
«Conoces a otros entrenadores y ellos tienen otra forma de ver el rugby. Te enseñan sus valores, y aunque tú ya los conoces, te enseñan a crecer y a valorar que este deporte es muy importante y requiere su tiempo», agrega Ingrid Algar. «Son lugares a los que vas de pequeño y aprendes un montón de cosas. Pero sobre todo que debes ser constante, que debes trabajar cada día por ese objetivo que te has marcado. Eso es al final en lo que más te insisten: que para alcanzar tus sueños, tienes que trabajar porque no te va a caer del cielo», remata Zahía.
Mención aparte merecen las relaciones humanas que nuestras cinco protagonistas cultivaron en aquellos días de actividad rugbística febril. Unas amistades que aún perduran, tanto dentro como fuera del equipo nacional. «En el campus coincidí con Zahía, conocí también a Blanca Ruiz, a las chicas del Barça, Claudia y Martina… Fuimos un grupo que nos juntamos en ese campus y desde entonces nos hemos llevado muy bien. Gente que sigues manteniendo. Me sigo llevando genial con todas y alguna es incluso compañera en la Selección. Es muy guay ver que vamos creciendo y poder seguir coincidiendo con la gente que conociste el primer día», señala Marta.
«Conoces a muchas chicas de otros equipos, de otros lugares de España, y se hacen muchas amigas y compis. Son cuatro días, que parece poco, pero se hace intenso. Vives muchas cosas nuevas en poco tiempo. No sólo de entrenos, sino conociendo a las personas, que es otro de los grandes aportes del Campus», argumenta Ingrid. «Yo coincidí con Alba Vinuesa e Inma Vargas, que también es de Valencia, y nos llevamos super bien. Hicimos un trío y lo pasamos fenomenal. Las amistades se mantienen. Hablas más o menos, pero cuando te vuelves a juntar es como si el tiempo no hubiera pasado», reconoce María.
El cierre a este regreso a aquellos maravillosos años en el Campus de Alto Rendimiento de la FER lo echa Zahía Pérez, la mujer que más presencias suma en los seis años de vida del evento. «Si repetí dos veces fue porque al final todo lo que sea rugby y cuantos más entrenamientos acumules, tanto mejor porque más aprendes».