En ese tortuoso, sufrido y especialmente dramático recorrido del XV del León a lo largo de los dos últimos ciclos mundialistas persiguiendo revivir un sueño al que habían empezado a salirle telarañas, el grupo humano que lidera Santiago Santos se topó también con algún haz lumínico que invitaba a seguir haciendo camino para recoger en algún momento el fruto al titánico esfuerzo de un colectivo que hace rato trasciende lo deportivo y funciona como un clan familiar.
Jesús Gómez, un aprendiz de saxofonista de 16 primaveras, ha sido uno de esos rayos de esperanza que han sumado en positivo al equipo nacional en los últimos siete años. Y viceversa, porque este mocetón talaverano de metro noventa y espaldas perfil Ovejero encontró en los Leones esa figura paternal de la que carece desde que tiene uso de razón, puesto que su padre, Alfredo, falleció apenas dos años después de su nacimiento.
Fueron el incipiente amor de Jesús por el deporte del oval, que había comenzado a practicar recientemente en su localidad natal, un partido en el Central y, sobre todo, el esfuerzo y la determinación de una madre por rellenar con sonrisas y cariño esa profunda tristeza que deja en el alma la eterna ausencia de un ser querido, los ingredientes que propiciaron una conexión que se retroalimenta un poquito más con el pasar de los años y con cada encuentro.
“Todo empezó en marzo de 2015 cuando el entrenador de mi hijo, Javier Bonilla, nos dijo que la Selección iba a jugar en el Central contra Rusia, así que fuimos a ver el partido. Jesús flipó con la experiencia, sobre todo con la cercanía de los jugadores, con los que estuvo hablando. Como yo siempre le organizaba algo especial por el Día del Padre, le pregunté si había algo que le gustara hacer especialmente: me dijo que conocer a la selección de rugby”, relata Verónica Conde, la madre de Jesús, quien por entonces tenía nueve años.
“Javi me comentó que los Leones estaban preparando un partido contra Alemania, de modo que contacté vía Instagram con la Federación Española de Rugby (FER) para ver si se podía ir a ver un entrenamiento. Me respondieron al momento que sin problema, que fuéramos al día siguiente al campo de la Universidad Autónoma y que preguntara por Sevi. Todo resultó súper sencillo. Así que allí que nos fuimos”.
La siguiente entrega de esta historia la cuenta Mar Álvarez, preparadora física del equipo nacional y la principal culpable de que el XV del León jugara el pasado domingo el partido de sus vidas en modo AVE. “Nos estaba saliendo todo al revés en aquel entrenamiento cuando, de repente, tuvimos que parar la sesión porque apareció el responsable de Prensa con un niño y su madre. Al principio no nos hizo ninguna gracia esa interrupción, pero cuando supimos por qué estaba allí, los jugadores se volcaron con Jesús: entrenó como uno más con el equipo y le regalamos una camiseta de juego como recuerdo. Cuando se marcharon y seguimos, empezó a salir todo a la perfección. Sin faltas de concentración, sin errores… Su historia nos inspiró de alguna manera“.
Ese efecto catártico resultó ser recíproco. “Fue un momento único que ninguno de los dos olvidaremos jamás. Lo trataron como si fuese un jugador más del equipo. Le pusieron a dar pases, entró en una melé, percutió contra un escudo, hizo una touche… ¡Hasta tenía su propia botella de agua! Jaime Nava, Fer López, Santi, Jesús Recuerda, Mar… todos le hablaron y le dieron algunos consejos. Jesús les dio las gracias y le regalaron una camiseta firmada por todos. Le despidieron con aplausos. Mi hijo se sintió realmente especial ese día. Le marcó para los restos ese cariño y complicidad con la que le trataron todos”, reconoce Vero.
Madre e hijo se plantaron como clavos un par de días más tarde en el coliseo de la Complutense para ver a los Leones frente a Alemania y, al finalizar el choque, se acercaron a la tropa de Santi Santos para felicitarles. Nueva sorpresa. “Fue otro momento súper especial. Besos, abrazos, fotos, constantes muestras de cariño… Impresionante, de verdad. Nos trataron como si fuésemos de su familia. No encontraba palabras para agradecerles, así que les dijimos que cada partido que jugasen en Madrid, vendríamos desde Talavera para animarles. Y lo hemos cumplido, salvo uno durante la pandemia. Jesús adora a Sevi, Mar, Fer, Jaime, Roberto, José Carlos, Jesús Recuerda, Moreno… Y yo les estaré eternamente agradecida por lo mucho y bueno que le han aportado durante estos años”, confiesa.
Vero y Jesús estuvieron en un tris de incumplir su promesa con los Leones el domingo ante Portugal. La mamá del chaval, quien está en vías de acabar Bachillerato, se encontró con la desagradable sorpresa de que las entradas se habían agotado cuando trató de adquirirlas por internet. Probó por varias vías, pero ante la imposibilidad de conseguirlas por lo civil, echó mano de un último recurso que hubiera preferido no utilizar.
“Vero me escribió a fines de semana contándome que estaban sin entradas y que si les podíamos ayudar. Así que nos pusimos en marcha contrarreloj y, en el último momento, se las pudimos conseguir. Al acabar el partido, compartimos un rato con ellos. Jesús vino con la camiseta que le regalamos. ¡Está súper alto! Siempre le decimos que ya es de nuestro grupo porque ha estado con nosotros en todos los partidos desde hace siete años”, explica Mar.
A Jesús casi se le viene el mundo encima cuando escuchó a Pedro Bonofiglio recordar desde megafonía que no se podía acceder al césped al finalizar el encuentro. “¿No voy a poder saludarles?, me preguntó con una carita de pena que no te puedes ni imaginar. Esperamos a que acabaran todos los actos protocolarios y, cuando se empezó a despejar de gente, entramos al campo para felicitarles y agradecerles lo de las entradas. Sevi le dio un abrazo de esos que notas el cariño que le tienen. Mar, lo mismo. Jaime, José Carlos, Jesús, Santi, Fer… Se les ilumina la cara cuando ven a Jesús. Son siete años de cariño, de que te quieren. Y, obviamente, es algo recíproco. Para mí son como mi familia”, espeta una emocionada Verónica.
El siguiente capítulo de esta hermosa historia de vida tiene nombre, fecha y lugar. “El 9 de septiembre en Burdeos, y frente a Irlanda. Ya estamos en modo ahorro porque a esa cita no faltamos. Eso es seguro. Además, Jesús estuvo en Irlanda un par de semanas antes de la pandemia y volvió entusiasmado por la manera como viven allí el rugby, así que lo del Mundial puede ser brutal. Y, por supuesto, llevará su camiseta de los Leones”, concluye.