“Al principio tienen miedo de que pase algo a los alumnos. Lo confunden con el fútbol americano, pero cuando les explicas en qué consiste el rugby cinta, que es inclusivo, que chicos y chicas parten de la misma posición y, sobre todo, cuando los directores del colegio ven cómo disfrutan los alumnos… La sonrisa en la cara de las chicas y chicos es la mejor prueba de que el resultado es muy bueno. A partir de ahí te felicitan directores y padres y comienza el boca a boca”. Nacho Molina es un apasionado profesional con una amplia experiencia en educación física, entrenamiento de rugby y gestión deportiva, además de rugbier. Es uno de los abanderados y de los que mejor conoce el éxito que suscita el programa Get Into Rugby Generali impulsado por la Federación Española de Rugby.
Get Into Rugby Generali lleva alcanzados cerca de 600 centros educativos en esta edición y hasta el 1 de julio está abierto el plazo para inscribir a nuevos colegios y escuelas que deseen adentrarse en esta manera de educar. “Los profesores tienen la posibilidad de aportar los valores que lleva intrínseco nuestro deporte para una mejor educación y que esta acción se vea como algo transversal, no sólo como un deporte”, explica Molina. Y es que el rugby cinta es capaz de aportar una inclusión difícil de lograr en otras actividades físicas.
“Mi experiencia personal, antes de trabajar como docente en un sólo colegio, es el de haber ido a unos 25 centros. Primero explicas al director qué es el rugby cinta, que no se caen al suelo, que lo practican por igual chicos y chicas… Incluso les enseñaba un vídeo de que se puede practicar en un patio de colegio pequeño. Y, a partir de ahí, se puede mostrar que todo el mundo se lo pasa bien”, comenta Molina.
Además, desde el punto de vista del profesorado, “es una oportunidad el hecho de formarse de manera gratuita a partir de las Unidades Didácticas que existen a su alcance y que permite al docente manejar herramientas muy útiles y con los conocimientos que te da este deporte”, añade Molina. “A partir de aprender esa Unidad Didáctica, a las seis u ocho clases, las chicas y chicos ya te empiezan a demandar el balón de rugby para jugar una tocata…”, concluye Molina, con la satisfacción que supone ver cómo unos pequeños descubren un nuevo deporte y afición.