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El infierno que han vivido los Leones Sébastien Rouet y Lucas Guillaume

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El semanario francés Midi-Olympique dedica en su último número un reportaje que lleva por título ‘El infierno de los condenados’, en el que entrevista a los jugadores del XV del León Lucas Guillaume y Sébastien Rouet, quienes agradecen a la Federación Española de Rugby (FER) que les haya apoyado, algo que ya dejó claro que haría su presidente, Alfonso Feijoo. 

“Soñaban con Japón y un Mundial, el culmen de su vida de rugbymen. Un partido lo cambió todo en sus carreras deportivas”. Así empieza el citado reportaje, que añade: “Desde el Bélgica-España el tercera línea y el medio de melé lo han perdido todo o casi todo. Pero los dos antiguos jugadores de Narbona siguen luchando”. 

“Era el partido de nuestras carreras, debería haber sido uno de los días más bonitos de nuestras vidas”, cuenta Guillaume. “Al final terminó siendo una pesadilla que nunca se acaba. En el primer minuto montamos un maul que avanza varias decenas de metros antes de que un rival en el suelo lo derrumbe. El árbitro no concede ningún tipo de ventaja y tras algún tiempo nos sanciona”, añade Lucas.

“Habíamos reflexionado sobre el árbitro al conocer su nacionalidad tras la victoria contra Rumanía”, recuerda Sébastien Rouet. “Todo el mundo se preguntaba cómo era posible una designación como esa”.  

“Me decía que no era posible que nos robaran un partido de esa importancia”, señala Lucas Guillaume. “Pero fue lo que ocurrió. Viví el partido desde la zona de marca y las decisiones iban siempre en el mismo sentido”, rememora Sébastien. “Desde el descanso notaba a los chicos hundidos. Desde la banda no dejábamos de revolvernos. Hubo una tangana y algún empujón. Es lamentable. Lo único que queríamos eran explicaciones. Desde luego que no es bonito de ver, pero no hubo ningún golpe. Teníamos tal sentimiento de injusticia”, justifica Lucas. 

Antes de llegar a los vestuarios el tercera línea se dirigió hacia Michel Arpaillange, director de operaciones y competiciones en Rugby Europe. “Le dije que no era España quien perdía sino el rugby. Fue todo tan desolador aquella tarde, que en el hotel todo el mundo estaba llorando (…) Tuvimos el apoyo de World Rugby. Su presidente, Bill Beaumont, consideró que el partido debía jugarse de nuevo. Agustín Pichot, también. Patrick Robin y Alain Rolland, responsables de los árbitros, reprobaron al árbitro rumano diciendo que no había hecho justicia a la confianza otorgada…”.  

La recepción de un mail de Rugby Europe a mediados de abril les volvió a hundir en un mal sueño, recuerda el redactor de Midi-Olympique. Junto a tres compañeros fueron convocados ante un tribunal disciplinario para responder de las repercusiones de Bruselas. “Fue una broma de juicio. Para empezar nos dejaron sólo cinco días para preparar una defensa. Y sobre todo una vez allí entendí que íbamos al matadero en realidad: el árbitro llegó dando besos al jurado, los fiscales cambiaron el mismo día, no tuvimos prácticamente derecho a hablar, no había turno de réplica y dos de nosotros ni siquiera figurábamos en el acta del partido y nos llamaron vete tú a saber cómo… A toro pasado debimos levantarnos e irnos. Pero bueno, aún podíamos clasificarnos, nadie quería montar jaleo…”. Dos horas después de la sesión salieron las sanciones y los castigos dolieron: de 14 a 43 semanas de suspensión.  

Lucas Guillaume y Sèbastien Rouet, en la fotografía que ilustra el reportaje de Midi-Olympique

“Lo que me fastidia es la acusación de agresión física”, comenta Sébastien Rouet, el más sancionado de todos. “Sé lo que hice y lo que no hice. No hay prueba alguna de agresión porque no la hubo”. Su compañero corrobora la versión de los hechos. “Sólo hay una foto donde su hermano, Guillaume, agarra la manga del árbitro para intentar retenerlo para así discutir con él. Es el único contacto que hubo. Invito a todo el mundo a ver el vídeo, nuestros números y a decirme si nuestros comportamientos merecen tales sanciones”.  

El 15 de mayo, World Rugby conserva el resultado del Bélgica-España y excluye a tres selecciones del Torneo B: Rumanía, España y Bélgica. “En toda esta historia nos han aplastado porque nuestra federación es pequeña y nosotros no somos más que jugadores de ProD2. Es un nido de tiburones y nosotros fuimos demasiado inocentes y amables”, comenta Guillaume, que cuenta lo que les sucedió a principios de junio.

“Vinimos a despedirnos del personal del club y de pronto nos vimos convocados a una reunión previa al despido. Pensábamos que era propio del protocolo debido al descenso a Fédérale 1. Pero no es así. Tres días antes recibimos una carta de despido por falta grave. Ahí quedó todo claro. Dos motivos se invocaban: el primero, que dañamos la imagen de Narbonne al agredir al árbitro y el segundo, que no estábamos disponibles para la nueva temporada. De golpe el 14 de junio, en vísperas del fin de mercado, nos fuimos al paro”.  

“Sigo sin tragar el despido”, dice Sébastien Rouet. “Ese momento fue el más doloroso, me sentí abandonado”. “Todo lo que ocurrió antes, nos lo esperábamos”, sigue Lucas Guillaume. “Pero no eso, no así. Debieron echarnos el día después del partido, no esperar dos meses. En realidad hemos sido víctimas de un despido por razones económicas camuflado”. “Lo encajo tan bien como puedo, pero tengo una hija pequeña que sufre y unos padres cuyos dos hijos son asociados a la imagen de chicos malos”, lamenta el medio de melé. El tercera línea ríe por no llorar: “La notificación de despido fue enviada a casa de mis padres. Mi madre la recibió el día de su cumpleaños…” 

A finales de junio, el comité de apelación de Rugby Europe aligeró las dos sanciones más severas (en 4 y 11 semanas para los hermanos Rouet) y ha arrancado las suspensiones de los cinco jugadores desde el 17 de abril, fecha de la primera audiencia disciplinaria. Resultado: Lucas Guillaume puede volver a jugar desde el 24 de julio, mientras que Sébastien Rouet podrá retomar su actividad en noviembre (en lugar del 9 de junio de 2019).

“Esperamos que la FFR nos llame pronto ante su comisión de extensión de las penas. Tiene como competencia ver si los principios generales del derecho han sido respetados y si hubo errores manifiestos. Por lo tanto hay grandes posibilidades de que nuestras sanciones no se apliquen. Si es que se dan prisa, porque nuestras carreras están en juego… Si nos llamáramos Maestri y Fickou todo esto se hubiera gestionado de forma distinta. Sólo la Federación Española de Rugby (FER) nos apoya de verdad y con sus escasos medios”. 

“Estoy desesperado”, exclama Sébastien Rouet. “Es una cuádruple sanción: sin Mundial, con una larga sanción, sin contrato y con esta imagen que nos persigue”, añade su compañero. “Quiero que nuestros nombres sean limpiados. Nos tienen por matones cuando en 27 años de rugby jamás me han enseñado una tarjeta roja. Y lo mismo en el caso de Lucas. Espero que pronto se haga justicia”. Lucas Guillaume espera el mismo desenlace: “Avisé a mi casero de que me voy hace cuatro semanas. No sé qué voy a hacer. Vuelvo a casa de mis padres. ¿Y si no encuentro un club antes de finales de agosto qué hago?”. Sébastien Rouet tampoco sabe más: “Me quedaban dos años de contrato. Esperaba retirarme en Narbona. Ahora, a saber”. 

Por ahora, los dos jugadores del XV del León intentan recuperar la ilusión día a día. “Hemos cogido un preparador físico para mantenernos en forma. De día vamos al gimnasio y por la tarde corremos juntos”. En la mente, la esperanza de una llamada de teléfono de algún dirigente de Top 14 o ProD2, explica Midi-Olympique. Tras cuatro meses de un desesperante via crucis, los condenados al menos mantienen un rayo de esperanza. La súplica de Lucas Guillaume retumba como un deseo piadoso: “Esto no puede acabar así, no es posible”.