Pedro de Matías (Valencia, 1981) siempre supo en su fuero interno que acabaría dedicándose a la educación en el ámbito deportivo. Esa psique formativa fue probablemente la que empujó al actual seleccionador español femenino de Rugby 7s a licenciarse en magisterio e INEF, y acumular másteres en gestión deportiva y de rendimiento mientras abría la oval sobre el verde con la elástica rojinegra del CAU Valencia, club al que llegó por decantación desde el Colegio Helios de L’Eliana, inagotable vivero de rugbiers en la Comunidad Valenciana. “Siempre me ha gustado entrenar, es cierto. Al principio lo hacía en colegios, mientras estudiaba y jugaba, pero sufrí varias lesiones importantes y con 26 años tomé la decisión de dejarlo porque no iba a llegar a más. Aparte tenía que trabajar y seguía formándome, así que no me daban las horas”.
La Federación Valenciana de Hockey, el Levante UD, el Centro de Rugby de Valencia y los escalafones inferiores de la Selección española, amén del combinado nacional universitario, fueron el caldo de cultivo sobre el que este ex medio de apertura volcó todos esos ingredientes que había interiorizado los años precedentes en las aulas hasta alcanzar el punto de cocción justo que te da la experiencia, luego de superar con nota esa larga travesía a la que te somete el método del ensayo-error.
Un quinquenio al mando del equipo nacional de féminas de la modalidad olímpica del rugby da para entremezclar momentos de júbilo, como aquel quinto puesto en el Mundial de San Francisco 2018, “fue mi mejor resultado, si bien el grupo de jugadoras que estuvieron allí tenían ya un trabajo previo de otros compañeros. Yo intenté darle continuidad aportando mi granito de arena, que no sé si fue mucho o poco”, con otros agónicos, caso de la reciente permanencia en las HSBC World Rugby Sevens Series, sellada in extremis en el torneo final de Toulouse.
“Tener una valoración de un todo es complicado por lo que conlleva dirigir una selección española, máxime cuando te implicas por las circunstancias más allá de lo que es el primer equipo. Desde que llegué, me apoyé y trabajé junto a Yunque, que estaba con la Selección de XV y había dirigido muchos años al seven. Hemos trabajado con la idea de desarrollar el proyecto femenino de una manera conjunta. Eso es una realidad y es de las cosas que estoy más satisfecho, que hayamos sido capaces de mantener esa unidad entre las dos disciplinas y que se haya producido un crecimiento del rugby femenino”.
En dicho apartado entraría la progresiva regeneración que el técnico levantino viene acometiendo en su plantilla. “Ese es otro aspecto positivo porque han entrado en dinámica de selección muchas chicas que han cambiado aquel equipo que jugó en Río 2016, que es el grupo histórico de jugadoras de 7s. Hay chicas que se han asentado, que han podido venir estos cuatro años y conseguir una estabilidad, pudiendo dedicarse a esto. Luego, a nivel de grupo técnico, he intentado dar valor a la gente que está alrededor de las jugadoras, mejorar ese contacto de entrenamiento de las chicas. Es una labor muy dura, a veces más lenta de lo que a mí me gustaría, con muchos condicionantes, pero seguimos considerando de vital importancia tener continuidad y estabilidad en el staff, con buenos profesionales que trabajen en equipo”.
Alejado del resultadismo y la autocomplacencia, el preparador valenciano no tiene reparo alguno en otear en las costuras de un proyecto que, desde su punto de vista, está aún lejos de acercarse a lo que diseñó en su cabeza el día que tomó mando en plaza. “Nos queda mucho recorrido por hacer. Sí que se ha avanzado, pero más despacio de lo que creo que se podría avanzar. La idea y las necesidades están claras, y expuestas también. Hay cosas que no se han conseguido, no se les ha dado estabilidad, y la consecuencia es que el equipo no está donde creo que, por su potencial, podría estar”, afirma.
De Matías entiende que haber tenido que utilizar las selecciones absolutas para detectar y desarrollar jugadoras refleja un problema en dicho proceso. “Ocurre que hay jugadoras que tienen su primera experiencia internacional prácticamente en una Serie Mundial, o jugadoras que debutan en la final de un Campeonato de Europa de XV. Entonces ahí hay algo que no estamos haciendo bien. Si a eso le sumas que llegamos a un torneo de Series Mundiales donde el resultado es determinante para mantenerte, pues se expone a las chicas a un contexto en el campo muy duro y exigente. Ha habido casos en que no han sido capaces de gestionar esos momentos y han tenido malas experiencias en un partido o torneo. Personalmente hago una autocrítica gigante por cómo hemos llegado a ese punto”.
En materia de resultados, el seleccionador femenino manifiesta también su insatisfacción. “Está claro que a ese nivel no estoy contento porque no hemos logrado los resultados alcanzados en temporadas anteriores. No conseguimos clasificarnos para los Juegos de Tokio, aunque estuvimos cerca. Empezamos cada temporada con el objetivo de que nos tenemos que salvar en las Series Mundiales, y debemos aspirar a más. La meta es quedar lo más arriba posible, poder estar entre las seis mejores de manera asidua, el poder pelear por medallas olímpicas… Eso es a lo que la selección debería de aspirar, ya que fue una de las primeras referentes en Europa. ¿Y por qué estamos en ese punto, siendo uno de los equipos que lleva más tiempo en el circuito mundial? Pues porque no lo hemos hecho todo lo bien que deberíamos haberlo hecho para poder competir, y porque otros equipos lo han hecho mejor y ahora son mejores”.
Y agrega: “Obviamente yo soy el principal responsable. Posiblemente no haya conseguido hacer las cosas de tal forma que ese rendimiento se vea reflejado. Soy el primero que hago autocrítica conmigo mismo en todos los aspectos: gestión de jugadoras, dinámica de entrenos, comunicación con los clubes, diseño de entrenamientos, planteamiento de partidos… Siempre lo hago con la intención de pensar que esa jugadora pueda llegar a competir en el mayor nivel que ella quiera, intentando generar contextos donde las chicas puedan desarrollarse más allá de lo que tienen en sus clubes, que ha mejorado mucho”.
En ese sentido, lamenta De Matías el importante lastre que supuso la irrupción del Covid en el proceso de crecimiento de las jugadoras. “Tras la pandemia las chicas no han podido tener todas las oportunidades de competición que se demandaban. Ahora estamos en ese punto y es con lo que estamos trabajando, buscando que haya una estabilidad, que seamos capaces de dar a las jugadores que lo demanden otras experiencias, en otro contexto diferente al de su club, porque para algunas el que tienen ya no les genera competencia suficiente de manera continua. Esperemos que la selección de seven llegue a estar algún día en condiciones similares a las de los países con los que competimos en las Series Mundiales“.
Donde no alberga duda alguna el seleccionador femenino de 7s es en quién recae la principal responsabilidad de que España lleve una década codeándose con la élite del rugby mundial en su vertiente olímpica. “Yo creo que eso es por el trabajo de las jugadoras, que son las que se ganan el derecho a estar en ese nivel. Los técnicos lo que hacemos es generar situaciones de entrenamientos dentro del campo y en la Selección intentamos que ese contexto vaya más allá del césped para que la jugadora pueda desarrollarse, trabajar y llegar a ese punto. Al final la actitud, la voluntad y el esfuerzo lo ponen las deportistas. Nosotros las vamos acompañando. A veces a algunas les tienes que dar empujones más fuertes, y a otras frenarlas. Es jugar un poco con eso, que es parte de la gestión de un equipo deportivo de cualquier índole”.
Eso no quita para que su valoración del rendimiento de la escuadra que dirige en esta última edición de las Series Mundiales diste mucho de lo que le hubiera gustado. “La nota tiene que ser un aprobado por la forma en que nos hemos mantenido. Ha sido un año muy duro en el que hubo momentos de notables altos, independientemente del resultado de los partidos. También ha habido sensaciones de sobresaliente, sobre todo en esos momentos en los que estás con la soga al cuello y las tías se han puesto el mono de trabajo y han tirado para adelante. Una temporada da pie para evaluar muchísimas cosas. Claro que el resultado es una consecuencia del trabajo y, esta vez, ha sido aprobado. Sabemos que para llegar al notable o al sobresaliente, tenemos que trabajar más y de forma diferente a como lo hacemos, pues no ha sido suficiente”.
La inminente primera serie del Campeonato de Europa en Lisboa (a disputar los días 25 y 26 de junio) será el pistoletazo de salida a un verano exigente en el que las pupilas de Pedro de Matías podrían dar con sus huesos en Sudáfrica para la disputa de una nueva edición de la Copa del Mundo de la modalidad, a la sazón el reto mayor de las Leonas7s para este tramo final de temporada. “Sin duda es el gran objetivo porque, además, al ser modalidad olímpica, el Consejo Superior de Deportes (CSD) apoya los méritos deportivos con un mayor presupuesto dependiendo de los resultados que coseches. Es decir, que si vamos al Mundial, hay mejores subvenciones. Y cuanto mejor sea el resultado que obtengas allí, mayores serán las ayudas. Y eso las jugadoras lo saben, claro”.
Mantener la llama competitiva durante el período estival, tras una campaña cargada de partidos, tanto en XV como en 7s, requiere de mucha mano izquierda y altas dosis de comprensión por parte del staff técnico. “A nivel deportivo hemos dado unas semanas de descanso, de no rugby, después de Toulouse, pero la realidad es que son las semanas en las que las chicas tienen exámenes. Así que si no están estresadas por el deporte, lo están por los estudios. Eso hace que tengas que ser empático con ellas, entender las situaciones, apretarles hasta ese punto que sean capaces de darle calidad al entrenamiento, a su preparación, también a su descanso, que es super importante, y claro está, a sus estudios. Por otro lado, el deportista de alto rendimiento se mueve por unos objetivos deportivos y el entrenador tiene que ser capaz de conseguir que haya un objetivo común como equipo por el que todas peleen, conseguir que todas crean y quieran conseguirlo, además de generar ilusión por ese proceso acertando en qué es lo que realmente motiva a cada una de ellas”.
Irlanda, Rumanía, Escocia y Alemania serán los cuatro escollos con los que las Leonas7s habrán de lidiar en tierras portuguesas este fin de semana en la fase de grupos de un Europeo en el que no estará Rusia, la vigente campeona. España defenderá el bronce logrado hace un año en Moscú, si bien el contexto en el que arriba el equipo nacional femenino a este torneo no invita a pensar, en opinión del seleccionador, en subirse a lo más alto del podio. “Creo que es muy difícil, tal y como está el equipo actualmente. Desde luego no es el primer objetivo porque el resultado del Europeo, más allá del palmarés que se pueda conseguir, no sabemos todavía la influencia que tendrá para el ranking del Clasificatorio de Bucarest, al haber una competición superior por delante como es el Mundial, así que lo que hay que hacer es estar en Sudáfrica como sea“, afirma sin ambages.
Para finalizar, el seleccionador nacional femenino aboga por la necesidad de reflexionar sobre el modelo socio-deportivo actual en el que transitan las jugadoras de élite. “No es lo mismo una chica de 17 años que empieza una carrera y se mete en este entorno, que una de 24 ó 25 que ya ha acabado su carrera universitaria, que va a entrar en el mundo laboral y tiene que decidir si sigue jugando o no al nivel de exigencia internacional. Son dos casuísticas completamente diferentes”.
Y puntualiza: “Quien se pone como meta ir a unos Juegos o a un Mundial, sabe que su prioridad va a ser el deporte durante un tiempo determinado. ¿Y eso a costa de qué? Yo he vivido la retirada de muchas jugadoras que estuvieron en Río y hubo conversaciones que a mí me entristecen mucho porque eran chicas que decidían acabar, pero tenían cierto vértigo a la retirada. Desde la FER hemos intentado en algunos momentos generar algunas oportunidades para ellas. En ese sentido, creo que hay un ámbito de mejora increíble que se debería de aprovechar porque hay mucho potencial en una deportista de élite para el mundo laboral“.