A Clara Piquero (Gijón, 1999) le duraron exactamente 120 segundos los nervios de su debut con las Leonas XV ante los Países Bajos, en el choque inaugural del Rugby Europe Women’s Championship 2022. Ese fue el tiempo que transcurrió entre el pitido inicial y el instante en el que activó el tren de alta velocidad que tiene por piernas para volar hacia la línea de marca neerlandesa, tras atenazar la oval que le había servido Bruna Elías (otra debutante). Nada mal como tarjeta de presentación. “Fue un comienzo de partido bonito y muy especial. En realidad tuve suerte porque venía de un balón que recuperamos, pero seguro que lo voy a recordar siempre por ser mi primer ensayo con la selección de XV”.
No sería el único. El ala astur de la Association Sportive Bayonnaise (Federale 1 francesa) se vino definitivamente arriba y completó un partido de sobresaliente, firmando un segundo posado, generando un tercero, que sirvió en bandeja a Léa Ducher, y partiendo cada dos por tres la línea defensiva de las Oranjes con su cintura de trapito. Argumentos más que suficientes para que José Antonio Barrio haya vuelto a confiarle el 11 en la escuadra de salida que buscará este sábado ante Rusia, en Las Terrazas de Alcobendas (16:00 horas, en directo por Teledeporte), la novena corona continental para el combinado nacional femenino, sexta de manera consecutiva.
“Obviamente, estoy muy contenta. El otro día hice un buen partido, aunque siendo honesta creo que hay muchas cosas a mejorar porque hubo fallos. Pero el poder compartir campo con las otras debutantes, con varias compañeras y amigas del Seven, disfrutar del ambiente de este grupo, y todo ello unido a las buenas sensaciones que tuve, aumentan las ganas de seguir trabajando e intentar hacerlo igual o mejor este sábado”, dispara Pife, acrónimo de sus dos primeros apellidos (Piquero Fernández).
Asume que las rusas le habrán tomado a estas horas la matrícula, pero considera que para volver a campeonar lo importante es confiar en sus propias capacidades y en el gran potencial que atesora este grupo que comanda Yunque. “Creemos que van a ser más duras que Países Bajos, pero lo que no tenemos que hacer es centrarnos tanto en ellas, sino en cómo queremos jugar nosotras, que es lo que estamos haciendo estas semanas. Esperemos que el trabajo de estas dos semanas dé sus frutos y podamos lograr ese noveno título europeo para España. A nivel personal sería muy chulo poder cerrar mi debut con las Leonas XV consiguiendo este campeonato”.
Entre el presente Europeo y las World Rugby Seven Series de Málaga y Sevilla, donde integró el elenco de jugadores elegidas por Pedro de Matías, Clara ha arrancado el 2022 a todo trapo. Como no podía ser de otra manera. “La verdad es que no he tenido tregua. Han sido dos meses increíbles y estoy muy feliz de que contaran conmigo para las dos primeras World Seven Series que se hacen en España. Me hizo muchísima ilusión formar parte de ese proyecto, y ahora también de este Europeo. Para mí es como un sueño porque llevaba mucho tiempo queriendo poder probar el XV con la Selección, y he de decir que está superando mis expectativas”.
No es para menos. Su cambio de ritmo a lo Allyson Felix regó de cadáveres neerlandeses el National Rugby Center amsterdanés antes de estampar su firma en un ensayo maratoniano. Una joyita en la que Clara se atrevió a desafiar al mismísimo ácido láctico. “Cuando empecé a ver que me estaba yendo de todas las rivales que me salían al paso, que estaba prácticamente sola, y a mis compañeras diciéndome, te vas, te vas, se me empezaron a subir los gemelos y pensaba por dentro, ‘por favor, que llegue a ensayo y luego pase lo que tenga que pasar, pero que no se me suban ahora’. Cuando llegué a la línea de marca me tiré como pude. Fue increíble, de esas jugadas que dices ‘no sé cómo lo he podido hacer’, pero contenta porque mis gemelos pudieron aguantar”.
Su pasado como velocista (corría 60 y 100 metros vallas, además de 100 metros lisos) influyó sobremanera en la demarcación que eligió cuando empezó a flirtear, hace ocho años, con el deporte de la oval. “Supongo que sí tiene que ver. Con 14 años fui campeona de Asturias de 60 metros vallas en pista cubierta. Durante un año compaginé atletismo y rugby, pero al final me decidí por el deporte colectivo. ¿Por qué? Me gusta mucho compartir el sufrimiento con otras personas, luchar por un mismo objetivo. Todas nos ayudamos para conseguirlo, mientras que en el atletismo es lo contrario: trabajas para ti misma, para mejorar tu marca personal. Es más sacrificado. En cambio, en un equipo, si estás mal o tienes un día menos bueno, puedes apoyarte en tus compañeras para seguir adelante. Eso me ayudó a decantarme”, confiesa.
Aun reconociendo que ese segundo posado frente a Países Bajos ha sido el mejor de su todavía precoz carrera deportiva, el ala derecha de las Leonas asegura que este tipo de acciones serían impensables en ligas como la francesa, en la que milita desde hace dos años. “Allí estoy acostumbrada a que, cuando rompes la línea, siempre aparece alguien que te acaba placando o ralentizando. Es súper difícil llegar a ensayo de una misma jugada como me sucedió el otro día en Ámsterdam. En cualquier caso, fue muy especial por ser en un partido internacional, en tu debut, y porque se pudo ver todo el trabajo que hay detrás”.
Su periplo en el país vecino, a donde se marchó siguiendo la estela de su pareja, el medio melé Kerman Aurrekoetxea (Biarritz Olympique), ha robustecido el rugby de Pife, más consistente e incisivo que el de sus inicios en el Gijón Rugby Club, o en ese paso intermedio que dio en Valladolid con El Salvador. “La Clara Piquero que estaba en el Chami era muy joven, estaba empezando a despuntar en el rugby, pero tenía todavía mucho por aprender, mucho margen de mejora. No digo que no lo siga teniendo, pero ahora mi juego es más estable, tengo los conceptos del rugby mucho más claros. He aprendido un montón de cosas a nivel deportivo. Noto que entiendo mejor el juego y que estoy madurando como jugadora”, asevera.
Sostiene que el hecho de vivir en otro país, lidiar con un idioma diferente, y tener que buscarte las habichuelas hasta para jugar al rugby, le ha ayudado a crecer también como ser humano. Y eso que el inicio de su aventura gala fue de todo menos grata. “Me costó adaptarme porque me marché sin saber casi nada de francés y allí la gente es muy suya, entonces comunicarse estaba difícil. Luego llegué al ASB, donde había mucha competencia, con jugadoras de nivel alto y el handicap de que sólo puede haber tres extranjeras por convocatoria. Así que me costó entrar en el grupo. Por suerte siempre he contado con el apoyo de Kerman, que además es mi referente deportivo. Con él comparto mis inquietudes porque es un gran jugador y controla mucho de rugby”.
Sabe que todavía le queda mucho camino por recorrer, por eso aprovecha esta concentración con las Leonas XV para embutirse de una experiencia que le está permitiendo tener roce diario con jugadores a las que admiraba hasta hace no mucho desde la distancia. “La interacción es constante e intento buscar a la persona más indicada en base a la duda que tenga. En patada, por ejemplo, le puedo preguntar a Patri; si es algo de ataque, le consulto a Anne… Me apoyo bastante en todas mis compañeras, que al final es lo bueno: buscar la riqueza que te aporta cada persona dentro de un grupo”.
Su receta para levantar por novena vez el trofeo de mejor Selección del Rugby Europe Women’s Championship se basa precisamente en la solidaridad y en la fortaleza mental que tiene el grupo de jugadoras que dirige Yunque. “Nuestro fuerte es el colectivo, donde hay una buena mezcla de experiencia y juventud. Tenemos gente muy dura en defensa, en tres cuartos somos rápidas y desequilibrantes… Ellas son muy fuertes, eso lo sabemos, pero nosotras somos un equipazo y vamos a salir a darlo todo para que la gente disfrute con nuestro juego y, espero, también con nuestra victoria”.